viernes, 22 de abril de 2022

El hombre en busca de sentido. Viktor Frank

 Viktor Frank escribió este libro después de la segunda guerra mundial y se publicó en Alemania en 1946. En él, narra sus experiencias como superviviente de varios campos de concentración nazis. El un libro fantástico, trascendental. Tanto como la pregunta que muchos veces nos hacemos sobre qué sentido tiene la vida. El libro trata de cómo trascender al horror vivido y encontrar sentido a tu vida incluso en las circunstancias más terribles.

Viktor Frank nos enseña que todos podemos elaborar un sentido que nos rescate en los momentos más difíciles. Y que cualquier cosa que hagamos, para que esa voluntad no se rompa, tendrá un gran valor. El señor Frank desarrolla la logoterapia como un método de superación de los conflictos humanos que generan sufrimiento. Propone que la voluntad de sentido (encontrar sentido a todas las situaciones a las que nos tenemos que enfentar) es la motivación primaria de los seres humanos. La logoterapia elimina la vacuidad (esa falta de significado) ayudando al individuo a identificar su misión en la vida, su significado único.

La logoterapia se basa en tres principios básicos:

1. Libertad de voluntad. Esta se despliega a través de la capacidad de autodisciplina. Es la posibilidad  de verse a uno mismo, aceptarse, regularse, visualizarse. Muy estoico. Esto nos dará libertad frente a las tres fuentes de influencia que son los instintos, la herencia y el medio ambiente, lo que nos rodea.

Todos estamos estamos influenciados por estas tres fuentes, pero no quiere decir que estemos determinados. Ni tan solo predeterminados o finalizados/condenados. Somos libres frente a estos tres aspectos. Además siempre que el ser humano se libera de algo, es para y por algo...así encontramos el concepto de responsabilidad. El hombre es libre para ser responsable, y es responsable porque es libre. El hombre es responsable de la realización del sentido y los valores que dan significado a la vida.

2. Voluntad de sentido. Está muy relacionada con la autotrascendencia que caracteriza al ser humano. El hombre siempre apunta más allá de sí mismo, hacia un sentido que primero debe descubrir, y cuya plenitud debe lograr. La voluntad de placer (Freud) y la de poder (Adler) llevan al hombre a un punto de no progreso/frustración. El placer y el poder son consecuencias de alcanzar un fin, y no son el fin en sí mismo. Por ello, las personas que persiguen el poder y el placer llegan a un estado de frustración por un vacío existencial. La voluntad de sentido tampoco busca la felicidad. Más bien busca una razón, un argumento para ser feliz apoyado en la premisa de que el hombre es libre y responsable. De esta forma, el ser humano es libre del determinismo. La persona orienta su vida y conducta, pensamientos y motivaciones hacia un objetivo que le de una razón que confirme lo que hace.

3. El sentido de la vida. La libertad de voluntad y la voluntad de sentido nos hablan de un ser humano dispuesto a tomar posición frente a las circunstancias de la vida, con total libertad, a partir de un sentido que le guía. Aquí nos dice que la vida encierra y conserva un sentido, peculiar y original respecto a cada uno de nosotros. Nuestro deber, como seres conscientes y responsables, es el descubrimiento del sentido de nuestras vidas. Y eso se va a lograr a través de tres vías:

    1. Valores de creación, aquellos relacionados con eso que hacemos. También se le llama vía somática o biológica, es la parte corporal. Incluimos aquí la intensidad con que nos entregamos a una tarea, el compromiso personal que ponemos en ella, y su realización.

    2. Valores de experiencia, son aquellas emociones, vivencias y momentos significativos que recibimos a partir de nuestra interacción con el mundo y con los otros seres humanos. Somos seres relacionales.

    3. Valores de actitud, son posturas sobre la vida que se desarrollan frente a la posibilidad de enfrentar adversidades. Son la maduración de nuestra capacidad de lidiar con el sufrimiento y sobreponernos a él.

Viktor Frank decía que "la muerte solo puede causar pavor a quien no sabe llenar el tiempo que le es dado para vivir". Para él, el ser humano no tiene la obligación de definir el sentido de la vida en términos universales. Cada uno de nosotros lo haremos a nuestra manera, partiendo de nosotros mismos, desde nuestro potencial y experiencias, descubriéndonos en nuestro día a día. No sólo difiera de una persona y otra, sino que nosotros mismos tendremos un propósito vital en cada etapa de nuestra existencia.


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