lunes, 22 de octubre de 2012


2013: Año Cero

Septiembre siempre ha sido un mal año. Que si la vuelta de vacaciones donde nos hemos excedido en todo (gastos, alcoholes, ágapes, siestas, noches, exposición al sol, sedentarismo…), que si hay que volver a trabajar, que no tengo ganas de volver a escuchar las historias de mi vecino, que si me había ya olvidado ya de las albóndigas del menú de 8,90€ que me repetían toda la tarde, que si yo que se. Y a este año se le añaden hechos como la subida del IVA,  preocupaciones sobre la situación economicopoliticafinacierasocial y la incertidumbre, al menos para los que vivimos en Catalunya, de cómo demonios va a acabar este lío en el que los políticos nos han metido. Sobre este último tema a mi me coge un poco indiferente. Como hijo de inglesa y canario, nacido en Madrid, criado entre Ibiza y Barcelona y con varios años en mis espaldas viviendo fuera, estas cosas no las entiendo mucho porque entre otras cosas siempre he creído que la diversidad es riqueza.

Así que estás ya en  la oficina y notas que hay poco ruido ahí fuera. Más bien reina el silencio. Bueno, te dices, hasta que no empiecen los colegios esto no se mueve. Pero pasan lo días y si abres la ventana y gritas “Hola!” ni en eco te responde.

Y empiezas a pensar. Y darle vueltas. Y esos pensamientos ocupan cada vez más espacio mental.  Llego a casa, hago terapia. Me voy a correr. Y cuando vuelvo, la situación aún siendo la misma, yo la veo diferente.

Y esa es la clave. Por que lo importante es lo que parece, no lo que es. Porque lo que parece hace que sea, al menos en tu mente. Y como sabemos todos los que nos dedicamos a esto,  se trata de conquistar mentes.

Pero volviendo al problema, a la situación que nos ocupa. ¿Cómo acabar dignamente el 2012? Y sobre todo…¿Qué va a pasar en el 2013?

En mi modesta opinión en 2012 está hecho. Me refiero a que si no tienes el 80-85% de tu presupuesto hecho, malo. Hombre siempre pueden caer esos proyectos “lotería”: trabajas tres semanas e ingresas por tres meses. Pero de esos cada hay cada vez menos. Por tanto hay que mirar hacia delante.

El 2013. El año en que todo vuelve a empezar. El año para que el gobierno ha anunciado los presupuestos más restrictivos de la democracia. El año en que ya estaremos rescatados (o no Sr. Rajoy?). El año en que no hay Eurocopas, Mundiales ni JJOO (por lo tanto, sin analgésicos sociales). El año que acaba en número gafe. 

¿Que hacer entonces? Nosotros nos lo planteamos así:

-       Hay que aguantar dignamente. Y eso quiere decir, sin perder la compostura, la dignidad ni sobre todo, el posicionamiento.
-       Porque…¿tú tienes un posicionamiento, no? O ¿eres de los que dice “Yo te lo hago todo”
-       Hay que ser prudentes pero firmes, atentos y rápidos. Seguros de si mismos sin ser arrogantes. Optimistas y realistas. Y siempre con sentido del humor.
-       Seguir cuidando el trabajo. El detalle. El mimo. El cuidado. Porque eso es lo marca la diferencia: la pasión en cómo se hacen las cosas.
-       Comer sano, dejar de fumar, hacer ejercicio, leer libros, ver menos futbol, andar, preguntar más y escuchar mejor. Y dejar los problemas en la oficina.

No se cómo terminara todo esto, pero lo que tengo claro es que seguiremos empujando (pico, pala, pico, pala, …) hasta que no queden fuerzas. Y cuando se acabe, we’ll keep walking.

jueves, 9 de febrero de 2012

2012: El dolor será inevitable pero el sufrimiento, opcional.


Anunciaba hace unos días el FMI que España está jodidamente jodida. En el 2012 se esperaba una recesión (ir para atrás) de -1,7% y para el 2013 del -0,3%. Total, -2,0% en un par de años. Por si fuera poco, el déficit para 2012 y 2013, dicen estos señores, será del 6,8% y del 6,3% respectivamente. Y ayer Don Mariano predecía un año malo, muy malo. Eso sí, sin decir qué iba a hacer para que fuese un poquito menos malo. Vamos que el que no emigra es porque no sabe idiomas (aunque eso se aprende) o porque la familia o la hipoteca no le dejan.

Son augurios preocupantes aunque todo sea dicho, esas brillantes mentes del FMI junto a las renombradas agencias de calificación no supieron predecir allá en 2006 la que se venía encima así que quizás se equivocan de nuevo. Y si a eso le unimos que quizás Rajoy está muy callado porque está pensando en la gran solución, pues quizás quede todo en menos.

Pero más allá de las estadísticas, que están para que nosotros las cambiemos e interpretemos a voluntad, está el pulso emocional de la gente de la calle. De los taxistas, de las pescaderas, de los abuelos en los parques, de las profesoras de la guardería, de los camareros, de la gran masa que forma el grueso de la población. La gente que recibe cada día malas noticias. Sólo las victorias de nuestros deportistas parece compensar el aluvión de pesimismo y hacer más llevadero el día a día. Aunque nuestros vecinos se empeñen en desacreditar a nuestros deportistas (Pobrecillos debe ser muy duro organizar la mejor carrera ciclista de mundo y unos de los mejores torneos de tenis y que ninguno de sus “fills de la patrie” lo ganen nunca)

De acuerdo. Estamos muy mal. Y ahora qué? Porque por mucho que nos sigan bombardeando con esas noticias terribles, todavía  estoy esperando a que me den noticias de apoyo, de ilusión, de esperanza. Porque lo que de verdad necesitamos es CONFIANZA. Y digo confianza porque capacidad, la tenemos.

Y aquí puedo poner por ejemplo una experiencia personal. Tras acabar la carrera y cuando ya llevaba tres años trabajando, decidí trasladarme con mi pareja a vivir a Paris. Me iba con un sueldo un 30% más bajo a una ciudad un 30% más cara. No sabía bien, bien cuál iba a ser mi trabajo. Y por si fuera poco no sabía hablar, no digamos escribir, francés. El primer día que llegué a la oficina, me metieron en una reunión en la que además de no entender nada, me quedé solo en la sala en cuanto esta acabó porque no sabía ni donde debía ir. Jajaja, todavía me acuerdo. Durante dos semanas me dediqué básicamente a ordenar libros, carpetas, videos, etc. Cuando llegaba a casa y mi pareja me preguntaba “Qué tal ha ido hoy en la oficina” contestaba con un escueto “Bien, mucho movimiento…” y cambiaba de tema. Y al acostarme por la noche, ya con las luces apagadas me cagaba en todos las razones y motivos que me habían hecho aceptar venir a Paris habiendo dejado atrás mi trabajo y calidad de vida española. Pero eso no podía durar siempre. Y no porque era injusto o porque mi madre iba a llamar a director general de la empresa para decirle lo mucho que valía. No. Cambió cuando pude explicar que yo sabía, quería y podía hacer mucho más de lo estaba haciendo. Cuando entendieron que no estaba allí haciendo prácticas de 3 meses, que tenía una carrera y un master, que hablaba inglés muy bien y sobre todo, que tenía la confianza y determinación para aceptar más responsabilidad, ellos ganaron un activo para la compañía. Y yo un verdadero trabajo. A los tres meses era director de una cuenta internacional. A los dos años volvía a España con una mayor responsabilidad. Y bueno, luego pasaron otras cosas que no vienen a cuento.

Lo que sí tuve muy claro en esas semanas en galeras era que yo valía tanto o más que la gente que estaba a mi alrededor, y que además si lo demostraba hablando una lengua que desconocía dos meses antes, eso me daba ventaja añadida. Tenía confianza en mi mismo. Y también muchas dudas. Pero ambas cosas son compatibles.

Esa fue la primera de varias experiencias internacionales que he tenido. Y todas me han confirmado que aquí estamos tan o mejor preparados que los de fuera. Eso sí, tenemos un desventaja: la autocomplaciencia. Ese mal tan extendido aquí nos va a matar a todos. Porque no es la envidia nuestro problema, es la maldita autocomplaciencia. Son esas expresiones ridículas que dicen “Es que como aquí no se vive en ningún sitio” o “aquí sabemos vivir muy bien”. O “yo sin sol no puedo vivir”.
Son esas situaciones en las que aceptas vivir del paro porque por un poquito más vivo un par de años sin hacer nada, luego sirvo copas en el bar del amigo y luego ya veré. O seguir en tu puesto de trabajo, que odias desde hace tiempo, pero del que no te mueves porque estás absolutamente convencido de que la te has ganado los años trabajados x 45 días de indemnización. Y ahí estás siendo improductivo, involutivo, insatisfecho. O dejar escapar el sueño de tener tu propio proyecto porque perderías el coche de empresa, plan de pensiones.

Viene tiempos duros, tan duros que sólo los mayores recordarán algo parecido. Pero estamos preparados y podemos superarlo. Y saldremos más fuertes de esta…seguro!

martes, 17 de enero de 2012

Carta a los Reyes Majos (y II)

 
Queridos Reyes,

Y aquí la segunda parte de mi carta:

- Me gustaría que todos fuésemos un poco más profesionales y rigurosos en nuestro trabajo. Que fuésemos conscientes que ya no podemos llegar a una reunión con cuatro ocurrencias. Que hay que investigar, pensar, contrastar, escuchar, validar, preparar y presentar bien.

- Me gustaría que fuésemos honestos y transparentes con nuestros clientes y con nosotros mismos.

- Agradecería que existiesen unas normas de conducta o código que nos beneficiase a todos. Cosas tan sencillas como concursos mínimamente remunerados, número máximo de participantes en los concursos, plazos de pago máximos, garantías de pago…

- Desearía que las agencias tratasen con respeto a sus empleados y colaboradores, que les diesen un sueldo digno acorde al trabajo que hacen, que pagasen a sus proveedores en el mismo plazo en que ellas cobran de sus clientes.

- Me gustaría fuésemos más audaces y empezásemos a vender nuestra creatividad fuera de nuestras fronteras. Que nos sacudiésemos los complejos y miedos y diésemos a conocer al mundo lo que somos capaces de hacer.

- Que ser bueno creativo, o estratega o gestor no nos convierta en un cretino insoportable. Ego lo tenemos casi todos pero a algunos les sienta peor que a otros.

- Pediría que luchemos por lo que valen las ideas, no sólo por el trabajo realizado que hay detrás si no también por el valor que generan.

- Me gustaría que el publicitario no fuese un sector tan cerrado, que brinda tan pocas oportunidades a los desconocidos que empiezan que aunque tengan talento no tienen padrinos.

- Pediría que hubiese más líderes en la agencias, capaces de motivar a sus equipos, de explicarles por qué se hacen las cosas. Que se impliquen el trabajo y sean capaces de, no sólo identificar una buena idea y hacer que sus equipos la desarrollen lo mejor posible, si no también que compartan el éxito con ellos.

- Y por último, queridos Reyes, os pediría que todos los profesionales con los que lleguemos a colaborar, piensen después de hacerlo que ha valido la pena trabajar con SantaMarta.

Gracias y feliz 2012. A todos.


Pablo Zea

jueves, 5 de enero de 2012

Carta a los Reyes Majos

Queridos Reyes,

Esta es mi carta:

- Me gustaría que cuando le envíe un email a un nuevo cliente, obtenga una respuesta. Porque si no la obtengo puedo llevarme una impresión equivocada de él como que no tiene tiempo (se organiza mal), no le interesa (cosa extraña si no me conoce) o simplemente no lo hace porque no puede hacer nada (entonces pienso que no tiene el valor de decirlo). Y esa no es mi intención.

- Me gustaría que los clientes con los que trate, lo hagan con el mismo respeto que yo les doy a ellos.

- Agradecería que evalúen nuestro trabajo de manera objetiva, y que evitasen en lo posible utilizar expresiones "me gusta" o "esto no funcionará" sin detallar porqué.

- Desearía que las marcas confíen en aquellos que nos dedicamos a esto de verdad. Esto es, con rigor, pasión y determinación. Y que lo hagan sí y sólo sí porque les hemos dado razones convincentes para hacerlo.

- Me gustaría que cuando un posible cliente vea un trabajo nuestro y lo encuentre muy bueno, sea capaz de entender que el cliente que a su vez aprobó ese trabajo confió en nosotros y tuvo el valor de hacer algo diferente y original. Porque es fácil emitir juicios sobre trabajo acabado y aprobado por otros.

- Me gustaría que los anunciantes (marcas) pensasen más a medio y largo plazo, que pensasen un poco más en la marca que gestionan y poco menos en el informe trimestral de resultados, que analizasen si la sobreexposición de publicidad mediocre es más efectiva que la exposición de buena publicidad.

- Pediría que cuando me den la mano, lo hagan con firmeza y mirandome a los ojos. A las damas, sólo les pediría lo segundo. Que cuando busquen una idea creativa para solucionar un problema de comunicación lo hagan con la mente abierta. Que cuando aprueben una campaña lo hagan con conocimiento de causa.

- Me gustaría recordarles que si han contactado y están dispuestos a trabajar con nosotros, es porque quieren algo diferente y no lo mismo que han venido haciendo hasta ahora. Porque hacer lo mismo es obtener lo mismo.

- Les pediría que me expliquen sus necesidades, su ambiciones, sus frustraciones, sus limitaciones. Sólo entendiendo el problema en su totalidad, se pueden dar soluciones en su globalidad.

- Y por último, queridos Reyes, os pediría que todas las marcas con las que lleguemos a trabajar con nosotros, piensen después de hacerlo que ha valido la pena trabajar con SantaMarta. Para bien o para mal.

Gracias y feliz 2012.